Es posible gestionar la ansiedad y el miedo observando y pausando. Todo lo que está en nuestra mente se manifiesta en el cuerpo.
A través de mi experiencia, vinculó la ansiedad con: “prepararme para”, “querer que tal o cual suceda de una manera y no de otra”, “querer tener éxito”. Básicamente con estar inquieta, preocupada, nerviosa por lo que está a punto de ocurrir o lo que puede llegar a ocurrir. Es decir que cuándo sentimos ansiedad, no estamos viviendo el momento presente, sino que estamos siempre un pasito adelante, porque nos sentimos amenazados por un “Peligro” externo.
Es común que como artistas nos preocupe el resultado. En verdad es común como humanos que nos preocupe el resultado, pues así nos educan desde pequeños en la escuela. Perseguimos una buena calificación, nos premian por “la perfección”, pero pocos maestros nos enseñan a cómo estudiar. Queremos conseguir los FINES a cuesta de nosotros mismos, a cuesta de cómo llegamos allí.
El hábito de reaccionar automáticamente e inconscientemente para llegar a la meta es lo que Alexander llamaba el logro de los fines, diferente a la conciencia del presente, el aquí y ahora.
¿Conseguir el fin o estar en los medios?
Hablar con nuestro cuerpo y calmarlo es una de las herramientas más poderosas que ha ejercido en mi para calmar la ansiedad. Notar las durezas y suavizarlas a través del pensamiento. Notar cómo estoy usando mi estructura física en el momento en el que estoy sintiendo ansiedad antes de exponerse o durante la exposición.
Si somos conscientes de las tensiones musculares que la ansiedad genera en nuestro cuerpo y logramos desarmarlas, soltarlas, también se calmaran nuestras emociones.
Vamos a un ejemplo sencillo:
Estás parado con una silla detrás de ti, y sabes que te voy a pedir que te sientes. Tu mente ya se preparó. Ya estarás pensando en que vas a estar siendo observado, y supondrás que estaré evaluando cómo realizarás la acción. Entonces con todo ese ruido en tu mente te sientas.
Este acto tan sencillo también puede generar ansiedad.
Ahora, qué sucede si antes de sentarte, escuchas todas estas voces, y decides:
- hacer una pausa
- notar que tensiones aparecieron al recibir mi orden
- frenar: no ir a sentarte automáticamente.
- decir que NO a hacer lo que tienes que hacer, por un instante.
- luego sentarte.Es muy probable que, si te hubieses sentado sin hacer una pausa y con todo ese ruido en la mente, tu movimiento habría sido menos coordinado y tu musculatura manifestado mayor tensión. Nuestra mente no está desconectada del cuerpo.
Si vaciamos las ideas y nos conectamos con: ¿Dónde estoy? ¿Cómo estoy? ¿Cómo están mis pies? ¿Cómo está mi cuello? ¿Cómo está mi respiración? Estaremos experimentando estos medios a través de los cuales voy a hacer o estoy haciendo algo.
Como clarinetista me ha pasado muchas veces, de tener que iniciar una pieza con una nota aguda y pianismo algo que me resultaba técnicamente desafiante. Cuanto más me tensaba por pensar en que debería hacerlo perfecto, peor me salía. Mi mandíbula se tensaba, haciendo que mis labios no dejaran vibrar la caña libremente para que sucediera esa magia sutil del pianísimo. El sonido salía apretado.
Mi ansiedad por obtener un buen resultado me boicoteaba.
Pero cuando he logrado generar condiciones favorables para el inicio de ese sonido, a través de calmarme, observarme, sentir mis pies en el piso, mi columna alargándose, mis hombros relajados a los lados y mi cuello sin tensar, logré un sonido que me hizo más feliz, más musical y que además pude disfrutar.
Es posible gestionar la ansiedad y el miedo observando y pausando. Todo lo que está en nuestra mente se manifiesta en el cuerpo. Entonces si lo podemos notar y modificarlo, la mente también se calmará. Se retroalimentan.
Suavizar la tensión muscular suavizará también tu ansiedad.